BSOnº2.1: Summer 78 - Goodbye Lenin original soundtrack by Yann Tiersen; sings Claire Pichet
(Escuchar simultáneamente)
Un día de esos en los que crees que los adultos se ríen de tí; que no cabe en tu cabeza tamaña ignorancia al ver cómo despojan de su importancia a esa cosa que crees que acabará con tu vida si no la solucionas y entonces la respiración empieza a mirarte de soslayo como no queriéndote confiar más aire del preciso no vaya a ser que sea aire gastado en vano.
Así era aquel día en el que con 8 ó 9 años (yo seguiré poniendo la tilde en la o aunque la RAE diga que ya no hace falta) creía que aquel examen de Conocimiento del Medio acabaría conmigo, y mi padre para solucionarlo, me metió en la ducha, con agua tibia esperándome (no, no esta tibia desagradable que te pide más calor como la caricia al borde de la cosquilla que ya empieza a exasperarte...No; era la temperatura que necesitaba.) y entonces me dijo:
- Relájate y deja que el agua te tape ambos oídos; respira y escucha cómo cae el agua.
Fue entonces cuando descubrí que la ducha era mucho más que ese acto cotidiano de quitarse la mugre, la piel muerta, lo fétido de tu día, para salir oliendo a melocotón, o a chocolate mentolado, o a té verde, o a Fa...
Me paré a escuchar el agua, con esa turbulencia que te atrapa, como cristal líquido recién horneado que repta por tus orejas como queriéndote susurrar algo…Brushurhushushutsuhushuhushsu…Alguna vez se corta la comunicación y escuchas el pimplín de las gotas salpicándose entre ellas y a tu cuerpo y a tu ánimo…
¿No es cierto que cuando te pones a conversar con el agua parece que el tiempo pasa más despacio? ¿No parece que da tiempo a pensar? ¿A escucharte a ti mismo un rato? ¿No es como cumplir esa locura de cantar (existencializar) bajo la lluvia? ¿No has pensado alguna vez en qué divino sería que lloviese caliente?
Y surgió efecto. Después de esos momentos en los que el vapor de agua me privó de mi intimidad y a cambio me contó los secretos de la tranquilidad…Me quedé nuevo. Volví a la dimensión cotidiana de la ducha; me enjaboné la cabeza y el cuerpo, aclaré mi piel, cerré los grifos, me sequé, me puse el pijama, cené y seguí estudiando pero ya probablemente con la mentalidad propia de cualquier Bastian Baltasar Bux.
¿Es posible que se esté enterrando en una fosa común a la ducha igual que al sueño? Quizás yo sea demasiado Amèlie; quizás quiera convertirme en otro pequeño gran rey de las pequeñas cosas, pero lo cierto es que esa lluvia regulable, esa lluvia tan cambiante (las hay frías, tibias, calientes, claras, turbias, al aire libre, en la playa o en la montaña, artificial o una cascada, con luz neones o también natural del mismo cielo que se fuga por un ojo de buey, de colores, que te golpean, que te acarician, con más y menos aromas, con música…la lluvia…) se inmiscuye a veces en la vida de uno, oportunamente, para darte lo que necesitas…
Ese ritual casi se convierte en un ambiente que a la vez muta en halo y te envuelve como túnica solo para darte otros ojos frente al día a partir del primer pie que sacas de toda esa humedad, de esos ruidos sordos del gotear, ese tintineo tan cariñoso y a la vez tan casual y a despropósito.
Hago caso a las palabras de mi padre cada vez que lo necesito. Ayer dejé caer el agua sobre mi cabeza y mis oídos y que inundara mi mente y me poseyera. A la tarde, porque así la ducha me lo ordenó decidí, tras solucionar algún asunto, dar un paseo en solitario.
Nunca pensé que pasear solo, sin banda sonora, sin conversación, sin distracción, solo pasear, sólo solo, tan solo, que al meter mis manos en los bolsillos de mi cazadora encontré un bolígrafo y lo tiré a la basura; no quería estar con ese bolígrafo. Solo acepté saludar a un poco de frío prenavideño y una banda de aire puro.
¿Sabéis qué? No está nada mal pasear solo. Aunque…Sinceramente no se si me traiciona el autoconformismo y realmente no estuve solo y me acompañó la ducha.
¿La ducha? ¿Quién es la ducha?
Astra las estrellas astrománticos!